Amaneció aquella vez
la tímida alborada
y saliste del bosque
como lo hacen las hadas
marcando el suelo húmedo
con tus rígidas pisadas
el destino te ha llevado
a esta tierra sagrada
y ya casi sin aliento
y toda maltrecha y cansada
has decidido quedarte,
quedarte allí sentada
sobre la triste lápida
de mi última morada
así con tu pecho de mármol
y tus alas desplegadas
con tus brazos de granito
y la frente despejada
así con tu cuerpo inerte
y tu pétrea mirada
Ángel de alabastro
tan dulce y abnegada
vigilas mi sueño eterno
no me abandonas por nada.
Juan Francisco Samaniego
Waooooooooooo ... magico ... Gracias Juan Francisco por exquisita magia.
ResponderEliminar¡Me alegro mucho que le haya gustado!
EliminarGracias Profe, por allí siempre poco a poco vamos depurando la técnica, y vamos incorporando más elementos que fracturan la realidad.
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