Cuando
aún se erigía el firmamento
Cuando
aún no tenía memoria el tiempo
Existía
una sola tierra, un solo continente
eras
tú la unión de todas las aguas
pero
tenías congelado el corazón
el
sol besó tu alma entumecida
y
de la suma de tus olas, nacieron tus hijos:
Índico.
Ártico. Y Atlántico.
Juntos
apartaron: las cordilleras de las montañas.
Desligando
a la África exótica.
De
la virgen Amazonas.
Del
viejo mundo ocultaste…
guardaste… el divino
tesoro:
El
nuevo mundo. Cuyos pueblos originarios
desde
la noche de los tiempos, convivían
con
la naturaleza sagrada, en armonía.
Hace
cinco centurias
embarcado
en intrépida aventura
llegó
a las Américas:
Núñez
de Balboa. El hidalgo. El adelantado.
Quien
al arribar al istmo conoce
Entre
flechas y arcabuces a Luaia
joven
ingenua y soñadora
quien
sería cubierta por las alas
del
amor, la codicia y la traición:
una
mujer llamada Anayansi…
Balboa,
motivado por las historias de Panquiaco
Que
hablaban sobre El Dorado
Que
hablaban de un mar inexplorado
Se
aventuró en osada expedición
Con
nativos aliados a su misión
Y
de españoles un ciento,
Por
el caudaloso Chucunaque navegó
Por
la selva del Darién se internó
De
rodillas, a tus pies cayó
Y
al verte, Mar del Sur te llamó
Desde
aquel día ya nada sería igual
Impulsaste
la construcción del Canal
Del
progreso surgieron nuevos pensadores…
Inventores y científicos
Te
surcan las más importantes rutas comerciales
Y
por tu tranquilidad te bautizó Magallanes
Como:
¡El Gran Océano Pacífico!
Poeta Galáctico
Juan Francisco Samaniego