Foto cortesía de Ing. Gisselle Dorcy
Idilio Tropical
Tierno amor nacido en épocas precolombinas.
Él nació una madrugada de abril.
Ella emergió del mar uniendo las Américas.
Él con su cara radiante.
Ella con su selva virgen.
Así el rey del mediodía se enamoró del Istmo.
De su cintura delgada;
de su valentía indígena.
Ella amó sus cabellos dorados
y fundieron sus jóvenes almas
en un intenso idilio tropical.
Fuego. Llamas. Resplandor.
Celosas nubes pretenden opacar esta relación.
El Istmo cambió su atuendo verde esmeralda
por una capa interminable de cemento.
El tráfico satura sus arterias.
Pájaros de metal descienden sobre su piel.
Barcos impacientes se reúnen para abrazar su cintura.
Ya viene el ocaso...
...enemigo siniestro de este romance.
El astro rey...
...empieza a envejecer.
Mudo atardecer;
sobre la Babel de asfalto.
Donde Apolo se extingue
Agonizante: arroja su última flecha de luz
sobre inmutables rascacielos.
sobre inmutables rascacielos.
Finalmente muere y cae al vacío.
Donde la mar lo recibe con los brazos abiertos.
El cielo llora sobre la capital.
Los transeúntes abren sus paraguas de congoja y desconsuelo.
El faro de la calle olvidado.
El mendigo olvidado de la calle.
La India Dormida se despierta de tristeza.
Su vientre de montaña...
...sus cabellos de madreselva.
Mariposas etéreas lloran en el valle.
Las naves sollozan en la bahía.
Las naves sollozan en la bahía.
Mas llega la luna ataviada con su pollera de estrellas y con
su rostro ilumina las aguas fugitivas del Pacífico,
consolando el sufrido corazón de la ciudad.
Los gigantes de cemento...
... con sus metálicos cuerpos:
inundan el Istmo con su luz artificial.
Como recuerdo imborrable
de aquel amor que nació...
...bajo el cielo azul,
...bajo el cielo azul,
en una mañana de abril.
Juan Francisco
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